29 octubre, 2007
Aunque estoy seguro de que la simplicidad, como valor añadido en productos de consumo, puede tener un público, no será en ningún caso el mayoritario. Cuando hablo de simplicidad me refiero a reducir las funciones y posibles usos del producto a las verdaderamente necesarias.
Hoy se publica en interneteo y aparatuquis una viñeta sobre el tema:
Nos puede gustar o no, pero es la sociedad que nos ha tocado vivir.
Otra cosa muy distinta serían los sitios web, en los que la simplicidad es realmente un valor añadido para casi cualquier sitio web. Los sitios web no son productos, sino servicios. Los servicios no se adquieren, directamente se experimentan.
La pena es que no haya aparatitos con funciones a la carta. Normalmente tienes veinte mil pijadas y sólo falta la que de verdad te es necesaria. Mi móvil, por ejemplo, creo que podría incluso freir un huevo con él pero no tiene wifi. Y luego está la sartén, que ni siquiera me deja llamar.