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Diseño

17 julio, 2015

Cuando mi hijo tenía dos años (hace uno) pasábamos largas tardes jugando a mega blocks (una especie de Lego con fichas grandes). Básicamente él me pedía que hiciera cosas (una casa, una cochera, un castillo…) y yo jugaba.

Un día me pidió que hiciera una moto. Intentaba que unas fichas parecieran ruedas, otra un manillar… pero todos mis intentos acababan en fracaso:

— «Eso no es una moto»

En un momento dado, ya cansado, cogí una simple ficha alargada, la puse sobre la alfombra en la que jugábamos y le dije: aquí tienes, una moto.

— «¡Eso sí es una moto!»

«Hice» otra para mí y pasamos el resto de la tarde jugando a carreras de motos.

Algunas obviedades conclusiones (poco originales por mi parte) al respecto:

El buen diseño es simple.

El buen diseño es evidente, también ante los ojos del cliente.

El buen diseño es su mejor argumentación.

No es posible alcanzar el mejor diseño posible ignorando las limitaciones: materiales, contextos…

El buen diseño lo es siempre en relación a su propósito (poder jugar a las carreras de motos).

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